Review: Riverside en el Teatro Caupolicán, 13/05/22

Review por Carla Sanchez, fundadora y administradora de «Riverside Chile«

Fotografías por Miguel Fuentes

Vídeo de Francisca Catalán

Experiencia extrasensorial podría ser la definición de la presentación de Riverside en el Teatro Caupolicán el viernes 13 recién pasado, aunque parezca una reseña poco objetiva, agradezco la oportunidad que me brinda Progjazz de poder hacerla. Esta segunda cita, rompió en parte, el hechizo que a muchos nos parecía una abstinencia musical eterna y cuando comenzó el trance a los innumerables viajes que nos llevan los discos de Riverside cargado de atmósferas, simplemente nos dejamos llevar en un show lleno de emociones y de ansiedad post pandémica por volver a experimentar un concierto en vivo.

El dominio en el bajo y la voz tan particular de Mariusz Duda, reafirman la trayectoria de más de 20 años de la banda; el primero marcando presencia y retumbando en todos los rincones esa noche, la segunda, con ese sello particular en cuanto a color y textura, que la hacen inconfundible hasta el día de hoy y que fue capaz de llenar el recinto más grande de esta gira. Por otro lado, los teclados de Michal Lapaj no dejaron indiferente a nadie, no solo por su técnica, habilidad y por el extraordinario sonido de ese Hammond, sino que también por su carisma y simpatía con el público, siempre buscando sonrisas y gestos en la audiencia para devolver con creces, lo que hizo que se transformara en uno de los grandes protagonistas de la noche.

La batería impecable de Piotr Kozieradzki, sólida, prolija y con la expresividad que grandes títulos de este setlist demandan y la guitarra de Maciej Meller que a ratos nos hacía evocar al fallecido y querido Piotr Grudziński y que, al mismo tiempo, marcaba con su estilo virtuoso, un recorrido por canciones que nos transportaban hacia las distintas etapas de la banda polaca.

Arrancan con The Same River, tema encargado de invitarnos a perdernos en las profundidades de su discografía, seguido de #Addicted y Rainbow Box, una fiesta para Lapaj quien se lució en los teclados. Towards The Blue Horizon fue presentada especialmente por Mariusz, quien dedicó unas palabras al gigante y muy querido Piotr Grudziński, éste sin duda, fue el momento más emotivo gracias a esa interpretación tan intima desplegada en el escenario. Story of My Dream marcó presencia y se notó, para seguir con Escalator Shrine en donde se dieron el lujito de rememorar Black Night de Deep Purple y Time Travellers que nos incentivó a cantar Mariusz para hacer énfasis en los años de aniversario de la banda.

De todo el setlist, Left Out, Egoist Hedonist y Second Life Sindrome, se transformaron en un triunvirato, que a mí parecer, hicieron explotar nuestros oídos y que por supuesto, no contuvimos el ponernos de pie y aplaudir cada una de las piezas con la efusividad que experimentar consecutivamente estas canciones en vivo, exige. Cierran de forma precisa, con We Got Used To Us y 02 Panic Room que solo nos dejaron con ganas de mucho más. Ellos, felices y emocionados. Nosotros, rendidos y absolutamente agradecidos por tamaña entrega.

Después de 7 años de espera desde la primera visita a Chile, Riverside demostró que no es una banda de algoritmos (y que nunca lo ha sido), sino un cuarteto consolidado y afiatado, con una discografía contundente reflejada en este setlist donde vimos a una banda entregada al público que se deleitaba con la tremenda puesta en escena. La simbiosis fue tal, que emocionados se despedían una y otra vez con ganas de no dejar el escenario y nosotros de que no se fueran. Podremos siempre hablar de cuarteto para entender la formación de Riverside porque siempre ha sido así, pero sabemos que siempre serán cinco los que pisarán los escenarios y cinco, los que vendrán el próximo año a visitarnos para el lanzamiento de su nuevo trabajo.

Riverside, ¡unos grandes!