Retrospectiva: «Wind and Wuthering», la última hora británica de Genesis
Creo que debería haber más igualdad en la banda, tanto en términos de aportes compositivos como económicos. Cada uno de nosotros debería tener un cuarto de las regalías de todas las piezas de acá en adelante.
Steve Hackett, 1977
Antecedentes
1976 fue un año muy feliz para Genesis. Con el éxito de A Trick of the Tail y la gira con Bill Bruford, la banda había ganado una gran confianza en sí misma. No solo de que podrían continuar sin ningún problema, prescindiendo de la figura otrora omnipresente de Peter Gabriel, sino que además podían prácticamente doblar el éxito comercial de los discos anteriores.
Arrancando de los fuertes impuestos que impuso Reino Unido para fines de los 70, y siguiendo el ejemplo de varias bandas, Genesis decidió radicarse en Países Bajos en septiembre de 1976. Allí comenzarían a trabajar en el que sería, hasta ese momento, el álbum más maduro, más británico, más otoñal, y reflexivo de toda la discografía de la banda.
Todo habitante del Reino Unido sabe por lo menos unas 100 formas de describir una lluvia, un viento tempestuoso, temporales y borrascas. Por ello, el clima característico de la isla natal de la banda jugaría una parte fundamental en el nuevo disco, llamado justamente Wind and Wuthering (viento y borrasca).
Fue grabado durante toda la mitad del 76, y si bien se asume como un disco de 1977, en realidad fue lanzado en Gran Bretaña el 17 de diciembre de 1976. Allí se vendió de forma similar que el disco anterior, pero en Estados Unidos obtuvo ventas mucho mayores que «A Trick», probablemente debido al hit menor de «Your Own Special Way».
Si bien no es un disco conceptual, hay un hilo conductor patente en la suite de la cara B del disco, que un ávido lector de líricas podría anticipar de forma inmediata, aparte de la fuerte carga predominante de un clima lluvioso y otoñal: La novela de Emily Bronte, titulada Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas).
Justamente los términos «Wind» y «Wuthering» originalmente iban a ser los títulos de las piezas que se terminaron llamando «Unquiet Slumbers for the Sleepers» e «In that Quiet Earth», respectivamente, ya que estos últimos nombres provienen calcados de una línea del capítulo final del libro. Además, «Afterglow» tiene algunas líricas que nos remiten claramente a dos personajes del libro: Heathcliff (el novio) y Cathy (la novia) y al drama que enfrentan al tener que separarse. Nunca sabremos si la idea original del álbum era recrear (o no) totalmente la novela de Bronte, o si la banda finalmente decidió, en algún punto, desechar el concepto en medio del cambio radical de gustos de las masas a favor del new wave, punk o reggae.
Generalmente, los fanáticos de Genesis tienden a ver A Trick of the Tail y Wind & Wuthering como discos hermanos, casi como si fueran originalmente partes de un disco doble. Nosotros creemos que hay una marcada diferencia estilística entre ellos, incluso a pesar de que ambos son cruzados por sonidos “orgánicos” que la banda comenzaría a perder de aquí al futuro. Mientras «A Trick» es un trabajo con cierta luminosidad que pasa por diferentes cambios de estilo, con una banda con prisas de presentarse capaz de poder seguir sin Gabriel, Wind and Wuthering tiene mucha más profundidad, romanticismo y melancolía a raudales. Tenemos aquí a una banda que ya no tiene que demostrar que sigue siendo igual de relevante sin aquella potente figura de su ex Rael.
La carátula de Colin Elgie, bajo la dirección de Hipgnosis, probablemente la más bella de la banda, es originalmente una pintura al óleo de un roble solitario que es colonizado por aves a modo de hojas en medio de -justamente- una cumbre borrascosa. En el reverso se pueden ver los pájaros volando de las ramas otoñales en un efecto bellísimo, que definitivamente se perdió cuando se pasó del vinilo al CD. Más aún cuando las primeras ediciones del LP venían con una portada impresa en un papel especial con acuarela texturizada que aumentaba su atractivo. Lo que pocos saben es que la idea de la imagen proviene de una escena de la película The War Lord (El Señor de la Guerra), de 1965.
Las canciones de Wind & Wuthering
Eleventh Earl of Mar inaugura el disco con fuerza, contándonos la historia de un conde escocés durante las guerras jacobitas por la corona del reino, durante el siglo XVIII. Musicalmente energética, compleja, progresiva, pero ligeramente oscura, nos da el tono de cómo se desarrollará el resto del álbum. Las letras comparten algunas líneas calcadas al libro «The Flight of the Heron«, de D.K. Broster.
One for the Vine es una de las piezas más bellas salidas de la pluma de Tony Banks, provenientes de las sesiones de «A Trick», que tardó casi un año en completarse. Tiene un tono melancólico y un hermoso mellotron, en la que ya comenzaría a ser una de sus últimas apariciones en la música de la banda. Las letras y la idea de este “mesías” que dirige a un pueblo elegido, cómo no, provienen de otro libro: «Phoenix in Obsidian», de Michael Moorcock.
Tenemos otra referencia al otoño, en el que sería el único hit menor del disco: Your Own Special Way. Una canción de amor de Mike Rutherford a su esposa, que comparte líneas con «Who Has Seen the Wind», un famoso poema inglés. Si bien la pieza es lo bastante bella, quizá se nos antoja un poco extendida artificialmente en su leit motiv (especialmente de la mitad hacia adelante). Aunque en vivo es donde ganaba su mayor atractivo, gracias a hermosas líneas de teclado de Banks, que adornaban los arpegios. Alcanzando el puesto 43 en Reino Unido, y el 63 en Estados Unidos, nos mostraba un pequeño destello de los derroteros más simples que la banda tomaría en un futuro cercano.
Llegamos a terrenos de jazz fusión con Wot Gorilla?, que parece celebrar la incorporación del nuevo baterista de giras y compañero de duetos “baterísticos” de Phil Collins: el ex colaborador de Frank Zappa, Chester Thompson (Gorila era su apodo en la anterior banda). Originalmente escrita para ser un tramo instrumental de «One for the Vine» y «Please Don’t Touch», es una tremenda pieza con un excelente patrón rápido de combinación de bombo y notas fantasma de la caja de Collins, proveniente de sus ensayos con Brand X. Esto, unido a un grandioso desplante virtuoso de Banks en el nuevo teclado Yamaha.
Steve Hackett estaba en desacuerdo respecto de integrar esta pieza en el trabajo final, por lo que no es tan sorpresivo que en las remezclas de 2007, Tony decidiera eliminar casi todas las partes de guitarra. Ya comenzamos a ver los primeros síntomas de que los derroteros de Steve y el resto de la banda irían por caminos totalmente separados en el futuro.
Originalmente escrita para ser una épica «Genesiana» progresiva a la clásica usanza, pero que terminó derivando en algo mucho más simple, directo y lúdico, All in a Mouse’s Night es una pieza de Banks, que después él mismo catalogaría de “no muy afortunada” y “demasiado literal”. La pieza cuenta una historia de correrías nocturnas de un ratón en casa, interesantemente dividida en tres partes; del punto de vista de los dueños de casa, del ratón mismo, y de un gato, y cómo el felino finalmente exagera la historia ante sus colegas gatunos para no quedar de “perdedor” por haber sido derrotado en la contienda («era un ratón de tres metros»). Casi como si fuese una animación de Hannah & Barbera.
Al revés de Tony, a nosotros nos gusta mucho, y además cuenta en su coda con algunas de las líneas más poderosas que nos dejaría Steve en su guitarra para el legado de la banda.
Ya en la ruta final del disco tenemos una de las piezas progresivas mejor acuñadas de toda la década, como es la preciosa (y preciosista) Blood on the Rooftops. Encontramos a Hackett simplemente en estado de gracia en la acústica, que nos deja con un nudo en la garganta, con un arpegiado absolutamente apabullante. Las intervenciones del mellotron de Banks (que fue captado diciendo que era su pieza favorita de todos los tiempos en la banda), acentúan cada vez más los arpegios de Hackett, unido a una convincente performance vocal de Collins, con una melodía simplemente exquisita.
¿Las letras? Si nunca las entendiste, calma. Básicamente, solo le harán sentido a un inglés que haya nacido en los años 40 o 50. Tenemos guiños a viejos programas de televisión británicos de la década de los 60 y 70, como la sitcom “The Streets of San Francisco”, el programa de recreación de dramas “The Wednesday Play”, o las apariciones anuales de la reina Isabel II en TV, con los saludos de nochebuena. Todo tiene un cariz de crítica mezclado con lamento por el contenido desechable que se comenzaba a transmitir en la televisión pública británica, en detrimento de programación más “cultural” si se quiere, y de cómo el público se sentía muy cómodo con esto.
Esto último se expresa en líneas como «(Los problemas de) los árabes y los judíos, es demasiado para mí. Me confunde, y me quita el sueño». También lo hace en frases como «Aún sigo hipnotizado por Batman y Tarzan», en referencia a dichas series de los 60 (qué paradójico que Phil terminara escribiendo gran parte del soundtrack de la película «Tarzan» de Disney, en 1999). En su concepto, está íntimamente ligada con la crítica que hacía Gabriel a la cultura británica en decadencia en «Dancing with the Moonlit Knight» del inolvidable Selling England by the Pound (1973).
Comenzando casi como un sueño sonoro, Unquiet Slumbers for the Sleepers nos traslada justamente a una cumbre con borrascas en medio de un mal clima otoñal, para desembocar en una colosal performance instrumental de la banda. Probablemente una de las mejores de ese Genesis que se comenzaba a despedir de los 70, llamada In that Quiet Earth, que nos recuerda en ese inicio a los ambientes álgidos y virtuosos de «A Trick», con «Los Endos». Pero la segunda sección de la pieza cambia, para volverse algo absolutamente influenciado por «Kashmir» de Led Zeppelin, que tanto encantó a la banda en aquella época. Aunque ciertamente trasladado al lenguaje «Genesiano», con una guitarra de Hackett que se complementa a la perfección con los rápidos arpegios clásicos del teclado de Banks.
Sin solución de continuidad desembocamos en la pieza final de Wind and Wuthering, llamada Afterglow. Una favorita de la banda para cerrar los shows durante muchos años venideros. Simple y muy bella, fue escrita prácticamente en cinco minutos, aunque Banks más tarde nos contaría que tiene una clara reminiscencia (que en la época que escribieron la pieza no reparó) de un clásico de navidad llamado “Have Yourself a Very Merry Christmas”.
¿Acá terminaba el disco? No, gente; hubo algunas piezas que fueron sacadas al último minuto del trabajo final, que fueron una de las causales del porqué Hackett abandonaría el grupo. Algunas de ellas terminarían apareciendo en el EP Spot the Pigeon, lanzado en mayo de 1977. Sus tres canciones («Match of the Day», «Pigeons» e «Inside Out») fueron serias candidatas para entrar en Wind and Wuthering, incluso en sustitución de «Your Own Special Way».
Además de esas tres mencionadas piezas, había otras firmes candidatas para entrar en el álbum, por parte de la pluma de Steve: «Hoping Love Will Last», «Kim», «Land of a Thousand Autumns» y «Please Don’t Touch». Sabemos que estas piezas se tocaron en las sesiones del disco, pero finalmente fueron desechadas por Tony Banks, en favor del hit recién nombrado y de otras piezas de su autoría, como One for the Vine» o el jazz fusión de «Wot Gorilla?»
Todas las piezas rechazadas anteriores terminarían apareciendo en el segundo disco solista de Hackett, Please Don’t Touch (1978). Además, sabemos que «Narnia» también fue desarrollada en las mismas sesiones de Wind and Wuthering.
No es de extrañar, pues, que este fuera el último trabajo de Steve Hackett en la banda. Su habilidad de componer piezas grandilocuentes iba en franco ascenso desde su debut discográfico, y la creciente frustración de ver todas sus ideas rechazadas fue el combustible perfecto para que decidiera volcar al cien por ciento sus esfuerzos en su carrera solista.
Para Genesis como concepto, la pérdida de Steve fue irreparable. A tal modo, que nos atrevemos a decir que el bajón de consistencia en el siguiente disco, And Then There Were Three (1978) fue en gran motivo por la ausencia del guitarrista. Incluso de una manera que A Trick of the Tail no se vio perjudicado por la ausencia de Peter Gabriel.
Desde entonces, Steve se dedicaría en cuerpo y alma a su carrera como solista. Notablemente minoritaria en éxito comercial versus sus ex-colegas, pero artísticamente mucho más rica (salvo quizá Peter), y mucho más conectada con la banda que la gente aprendió a amar en los 70.
Si Tony Banks era el cerebro de Genesis, Peter Gabriel las artes escénicas, Phil Collins el carisma y Mike Rutherford la energía rockera, entonces Steve Hackett sería el alma. Y cuando el alma se fue, solo nos quedó una banda muy diferente a la que veníamos conociendo. Pero esa ya es otra historia.